Posteado por: alejandrolodi | 24 abril, 2015

El otro, la sombra (III): La oscuridad local

Alejandro Lodi

(Abril 2015)

a mitad de camino (1)

Hay una sombra en nuestra comunidad. Un contenido de nuestra psique colectiva que no es registrado en la imagen luminosa que tenemos de nosotros mismos. Una carga vedada a nuestra conciencia y que, por eso mismo, se sigue reproduciendo de un modo inconsciente (esto es, con aparente “voluntad propia”) en nuestro destino como nación, desde el comienzo de nuestra historia.

En un breve recorte astrológico, técnicamente esa sombra alude a un componente de la carta natal de Argentina (un núcleo o foco energético) en el que se sintetizan factores afines:

  • Plutón en Piscis en casa VI.
  • Plutón en cuadratura Neptuno.
  • Quirón en Piscis en casa VI.
  • Júpiter en Escorpio en casa I.

El “acorde” que resulta de la ejecución de estas diversas “cuerdas” caracteriza un sonido, que puede vibrar exquisito o desafinado. Se trata de la virtud potencial de una extrema sensibilidad al misterio de la vida y de la muerte, la vivencia (en el sentido más sagrado) del poder transformador del amor, la práctica curadora de la compasión y el servicio, la posibilidad de descubrir direcciones trascendentes a partir de la experiencia del dolor y, sobre todo, la capacidad de percibir -en ese dolor y en ese amor- la universalidad de lo humano, la naturaleza común ante la maravilla y lo siniestro, más allá de toda frontera de clanes raciales, nacionales, religiosos o ideológicos.

No obstante, este exquisito sonido requiere como condición no ser apropiado de un modo personal o gregario. En ese apoderamiento -particular, local y faccioso- se distorsiona su cualidad: se convierte en fascinación por lo oscuro, el encanto de operar en el inconsciente de los demás en nuestro propio beneficio, el engaño deliberado para obtener energía de otros, el amor al poder sin límites morales, la entrega a la excitación voraz con indiferencia al dolor infligido, la disposición al sacrificio y la inmolación en pos de sentirnos salvados y redimidos. Y quizás lo más perverso y patológico: nuestra irresistible y dulce propensión a la épica autodestructiva, para la cual lo heroico es morir (o matar) antes que vivir (o dar vida). Nuestro macabro hábito de celebrar tragedias como triunfos, de profanar lo sagrado, de festejar la muerte.

Y allí está nuestra sombra local.

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El persuasivo encanto de lo tenebroso

La sombra de nuestra comunidad argentina y su evidencia más vigente.

Un fiscal de la Nación (miembro del poder judicial) denuncia por encubrimiento de crímenes horrorosos a la ciudadana a cargo de la presidencia y a parte de sus ministros y funcionarios (miembros del poder ejecutivo), y aparece muerto la noche anterior a su presentación ante los representantes del Congreso (miembros del poder legislativo). Se sospecha que el tenebroso suceso es producto de una pugna entre bandas de servicios de inteligencia (miembros del aparato estatal) que operan en el poder ejecutivo, legislativo y judicial con el objeto de favorecer o perjudicar tanto carreras políticas personales como proyectos de facciones. Es decir, se sospecha del poder del Estado.

A pocos meses de ocurrido, el esclarecimiento del hecho languidece. No parece importar la verdad sino cómo afecta a la imagen y futuro de los implicados. ¿La oscuridad denunciada es cierta o fue oscura la denuncia? El hecho no tendrá responsables, nadie responderá por él. Y, peor aún, se intentará que quede oculto a la memoria colectiva. El hecho desaparecerá. La verdad sacrificada por causas políticas. Acusados y acusadores, víctimas y victimarios, todos funcionarios del Estado. ¿Sería incorrecta o lejana a lo cierto la calificación de un flagrante suceso de terrorismo de Estado?

Los argentinos nos tiramos muertos. Tenemos naturalizado dejar impunes crímenes que significamos como señales (o “mensajes”) entre enemigos políticos. Al margen del Estado o con el poder del Estado. Naturalizamos el terrorismo. En contra del Estado o desde el Estado. En tiempos de dictadura o de democracia.

Convocados a profundizar en el misterio de la muerte, lo transformamos en una producción de muertes misteriosas. De un modo recurrente y atravesando ideologías. Justificamos muertes y avalamos que nada se sepa de ellas. Nos obligamos a aceptar la ignorancia de crímenes y asesinatos: ni cómo murieron, ni quién fue su verdugo.

En una selección arbitraria y superficial, contando sólo algunos hechos de nuestros últimos 60 años de historia, obtenemos esta enumeración de víctimas de hechos políticos:

  • Bombardeos a Plaza de Mayo (1955): entre 156 y 364 muertos, entre 700 y 1.000 heridos. (Fuente: Wikipedia).
  • Fusilamientos (1956): 30 muertos. (Fuente: El historiador, Taringa y otras).
  • Masacre de Ezeiza (1973): 13 muertos, 365 heridos. (Fuente: Wikipedia, El Historiador).
  • Atentados de grupos revolucionarios (década del ‘70): 1.094 muertos, 2.300 heridos. (Fuente: Cadena 3).
  • Desaparecidos la última dictadura: 8.960. (Fuente: Nunca Más. Informe Conadep).
  • Guerra de Malvinas: 649 muertos, 1082 heridos, entre 350 y 454 suicidios. (Fuente: Wikipedia, La Nación).
  • Atentado a la Amia: 86 muertos, 300 heridos. (Fuente: Wikipedia).
  • Atentando a la Embajada de Israel: 30 muertos, 242 heridos. (Fuente: Wikipedia).

Incluso las cifras de estos crímenes -todos políticos- son difíciles de establecer de manera oficial y están sujetas a discordia ideológica: parece no importar cuántos son, sino qué número resulta conveniente a determinada causa. Para tomar dimensión de cantidad, muertos, heridos y suicidios constituyen al menos 16.357 casos personales de violencia. Esto equivale a un sacrificio humano por día durante casi 45 años. El riguroso ritual del sometimiento de una víctima propiciatoria por día durante casi 45 años para satisfacer a nuestro oscuro culto al exterminio. (Y han sido considerados azarosamente sólo estos hechos en la muestra, sabemos que hay más).

Mueren civiles, militares, sindicalistas burócratas y combativos, empresarios, hijos de empresarios y de militares, traidores a la causa (de izquierda y de derecha), ministros, jueces, policías, periodistas, fiscales, conscriptos.

Y podríamos sumar también los crímenes sociales. La muerte en las etnias originarias postergadas, desnutridas y utilizadas para conveniencia electoral a extremos humillantes. La muerte en la marginalidad de las grandes ciudades, sin otra expectativa de inclusión más allá de la asistencial, expulsadas hacia la gratificación perversa de las drogas más crueles. Con el riesgo de ni siquiera contar con la posibilidad de ser registradas en estadísticas oficiales.

Finalmente, es posible que nos digamos que esto ocurre en todas las sociedades. Incluso, que forma parte de la condición humana.

Y allí nos quedamos tranquilos.

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Tirarse muertos

Hacer política y tirarse muertos. La subestimación jactanciosa de argumentos reflexivos y de las meditaciones sentidas. La obscena exposición de indiferencia ante el dolor ajeno. Sacar provecho de la inexorable vulnerabilidad de los muertos. Sin pudores, sin inhibiciones morales. El poder como impunidad para abusar del otro. Aprovecharse del caído. Pegar en el piso.

Antes que honrar la muerte, nos burlamos de los muertos. Nos valemos de haberlos eliminado. Les hacemos decir lo que necesitamos que digan. Les negamos justicia y disfrutamos sin culpa de los beneficios. En la justificación ideológica o religiosa encontramos la pócima que nos permite dormir tranquilos. El orgullo ideológico o religioso es el narcótico de la conciencia. Creyéndonos lúcidos, entumecidos en nuestro cepo perceptivo reclamamos el reconocimiento colectivo a nuestra labor personal en pos del bien. Ajenos a la compasión, aspiramos a quedar en la memoria de la comunidad como sus abnegados y desinteresados benefactores. Borramos las pruebas que podrían incriminarnos al mismo tiempo que exigimos monumentos y homenajes. Perversamente, ocultos en el misterio, perpetradores activos o silenciosos, nos elevamos a dimensiones épicas. Demandamos honra con orgullo. Nos decimos a nosotros mismos que “los oscuros son los otros”. Y que, merecedores de santificación, confrontamos esa oscuridad. ¿O acaso nuestro héroe nacional no es un “santo de la espada”? Formateamos nuestra conciencia escolar en el heroico (¿y simpático?) relato de repeler al enemigo arrojando aceite hirviendo sobre él desde los balcones domiciliarios.

La autoglorificación narcisista nos lleva a la negación patológica de nuestra propia oscuridad. El potencial universal de nuestra sensibilidad queda distorsionado en afectividades gregarias, en el hechizo de lo trágico, en la excitación por la entrega en sacrificio, en el encanto de la purificación redentora a través de soportar o perpetrar suplicios (el “aguante” o el “aprete”). Como en los oscuros ritos de matanzas con los que se cree obtener el favor de los dioses.

Este embeleso por el castigo sumario supera las demoradas posibilidades fácticas de la justicia. Los hechos que genera esta fascinación, sus siniestras tramas de intrigas y complicidades, exceden la capacidad operativa del sistema judicial para esclarecerlos. Somos capaces de reconocer y detectar esa clase de hechos en el mismo momento que ocurren. Y también sabemos que no sabremos su verdad.

Es como ingresar en una zona de tiniebla, de bruma que no nos deja ver, que deja a la conciencia aterida. Esa niebla es una creencia acerca de nosotros mismos que ciega y adormece, una pesadilla que vivimos como un dulce sueño y del que no queremos despertar.

Nunca parece suficiente la experiencia ya vivida. No logramos conjurar esos fantasmas. No conseguimos agotar ese hechizo. En cuanto creímos dar un salto de calidad en la vivencia de esta energía que parecía poseernos, un nuevo oscuro suceso se genera reproduciendo la fatal posesión. Esa persistente entidad se impone y pasea frente a nuestra -brevemente indignada y cautivamente resignada- conciencia.

¿Alcanzará con nuevos rituales para conjurar esa bruma tenebrosa, ese encanto oscuro por “tirarnos muertos”, para, de ese modo, propiciar discernimiento consciente y oportunidades creativas? ¿O necesitaremos repetir episodios de obnubilación que exacerben nuestra adicción hasta la experiencia límite (¿otra?) que redunde (¿redundará?) en crisis reveladora? ¿Habrán sido suficientes nuestros sacrificios colectivos?

La historia que compartimos indica que nuestros monstruos son dignos de no ser subestimados.

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Otra oportunidad para la sanación o para el horror

Entre 2016 y 2018 se producirá un hecho astrólogico relevante: el tránsito de Plutón a la casa IV y a la oposición Sol-Luna de Argentina. Nos acercamos a tiempos cíclicos propicios para rituales de purificación y transformación en nuestros hábitos emocionales colectivos más cristalizados, tanto como en la calidad del vínculo entre pueblo y gobernantes. Esta figura celeste se ha producido sólo tres veces en nuestra historia, en sincronicidad con estos significativos acontecimientos:

  1. Entre 1838 y 1842. El “fin de la anarquía” y la “restauración de las leyes” de la mano del régimen rosista (el auge de una figura providencial al que se le otorga la suma del poder público, esto es, el derecho sobre la vida y la muerte).
  2. Entre 1928 y 1931. El “fin de la decadencia de la democracia liberal” y la llegada de la “hora de la espada” (la inauguración de la era de los golpes militares y el populismo).
  3. Entre 1978 y 1980. El “aniquilamiento de la subversión” y la “recuperación del orgullo nacional” (la represión de la violencia revolucionaria y la guerra de Malvinas).

La tentadora búsqueda de poder e identidad por la exacerbación del conflicto. La oscura excitación de conducir a las conciencias al éxtasis de la conflagración. El desprecio por el otro y la negación del vínculo. La bíblica fatalidad de Abel y Caín.

Un auténtico desafío para optimistas… O para revisar nuestro presente en perspectiva con las respuestas del pasado, sin condicionamientos ni prejuicios ideológicos.

Tenemos los muertos. Todos aquí.

«El show de los muertos» Sui Generis (Charly García) 1974.

(Ilustraciones: Julieta Varela –  IG:  crea_varela).

Serie de artículos:

«El otro, la sombra (I)» https://alejandrolodi.wordpress.com/2015/01/22/el-otro-la-sombra/

«El otro, la sombra (II): Un ritual colectivo» https://alejandrolodi.wordpress.com/2015/01/30/el-otro-la-sombra-ii-un-ritual-colectivo/


Respuestas

  1. Tomando tu párrafo,

    » Y quizás lo más perverso y patológico: nuestra irresistible tendencia a la dulce adicción de la épica autodestructiva, para la cual lo heroico es morir (o matar) antes que vivir (o dar vida). Nuestro macabro hábito de celebrar tragedias como triunfos, de profanar lo sagrado, de festejar la muerte.»

    fue inevitable recordar aquella frase ( creo que pertenecía a una película llamada Juan Moreyra ) que se convirtió en muletilla: » argentino hasta la muerte » . Si no me equivoco el protagonista moría «heroicamente» luego de pronunciarla. Patrioterismo puro que incidió profundamente en el imaginario colectivo, sobretodo en las nuevas generaciones adolescentes. Una vez mas la postergación de un crecimiento colectivo insistiendo con conceptos que pertenecen al siglo XIX.

    Tengo la neta sensación que la Argentina sigue dislocada en el tiempo y a contramano, respecto a la que debería ser su evolución.
    La involución de estos últimos años es harto evidente: aislamiento, instituciones degradadas, profunda corrupción moral con manifiesta abyección y pasividad de toda una sociedad que no reacciona.
    Ninguna duda : la muerte violenta de Nisman fue un acto de terrorismo de Estado.
    Te agradezco las emociones y recuerdos que reafloran en mi leyendo tus posts.
    Un caro saluto.

    • Gracias Alan, un placer compartir percepciones y emociones.
      Lo de «argentino hasta la muerte» corresponde a una película basada en un éxito folclórico de Roberto Rimoldi Fraga. Lo otro se trata de una obra de Leonardo Favio y lo que quedó en la memoria colectiva son los gritos «¡Chirinooooo!» y «¡Moreiraaaaa!» en el momento que Moreira-Bebán es atravesado por la bayoneta del Cabo ejecutor.
      Recuerdos de pubertad.
      Abrazo…

  2. IMPECABLE LECTURA DE LA CARTA NATAL DE ARGENTINA !!!!!

  3. Que decirte Ale! Estas poniendo en Argentina la sombra de la humanidad! Muchas cosas que decis son interesantes y para pensar…Pero no incluis la politica internacional en tu analisis. Hoy no se puede pensar en paises separados, estamos todos integrados para bien, para mal o para no se sabe. Nisman fué una victima de su oscuro trabajo, USA, Israel y el capitalismo salvaje local y extranjero fueron sus bases de supuesta contención. Fué una muestra ínfima con respecto a lo global de como se mueven los intereses entre naciones.De todos modos siempre es bueno dar opiniones personales.
    El memorandum con Irán no fue un crimen horroroso como lo calificas, es geopolitica abierta a lo diferente.
    Abrazo

    • Gracias Eli. Es evidente que ud. tiene más información que yo. Desconozco cómo y por qué murió el fiscal Nisman.
      Debido a lo delicado del tema, confío en que me permita dos observaciones:
      1) La situación de la humanidad intento abordarla en otra nota («El otro, la sombra: un ritual colectivo» https://alejandrolodi.wordpress.com/2015/01/30/el-otro-la-sombra-ii-un-ritual-colectivo/).
      2) El artículo no califica de horroroso al memorándum con Irán (no tengo autoridad para opinar sobre el tema), sino que la denuncia de Nisman acusaba al gobierno nacional de encubrir el horroroso crimen de la Amia. Quizás no fui claro.
      Abrazo…

    • Eli: Estaba pensando justamente en dar una respuesta a la nota que acababa de leer cuando me encontré con tu, para mí al menos, certero comentario y sentí que ya no hacía falta. Estoy en un todo de acuerdo con él y lo suscribo.

    • Excelente, fragmentar el análisis nunca permite entender la dinámica real de los hechos.

  4. Ale, no tengo mas info que vos, pero leo todas las vertientes que puedo. Es cierto lo que decis acerca de el horroroso crimen pero le endilgas a la presidenta de nuestro país, intenciones de encubrimiento sin cuestionar en absoluto las fuentes que te nutren.
    abrazo

    • Eli, es muy grave y peligroso hacerme decir que le endilgo a alguien un crimen horroroso. Te pido por favor que consideres lo que dice el artículo. Tomo responsabilidad sobre lo que allí escribí, pero sólo sobre eso…

      • no gastes polvora en chimangos Alejandro….todo lo que parezca cuestionar el relato que tienen aprendido y que repiten de memoria con puntos y comas, va a ser rechazado violentamente y de manera artera…Excelente articulo…

      • Teresa, confiemos en comunicarnos sin trampas. Es vital que seamos capaces de hacerlo. Recordemos: la sombra es el otro. Gracias y abrazo…

    • Eli, no tires margaritas a los chanchos. No pierdas tu tiempo.

      • «…La tentadora búsqueda de poder e identidad por la exacerbación del conflicto. La oscura excitación de conducir a las conciencias al éxtasis de la conflagración. El desprecio por el otro y la negación del vínculo…»

  5. Gracias Ale, como siempre, por tu docente claridad. Es historia humana, como bien decís, la lástima es que en el transcurrir del tiempo lo que fue necesidad de supervivencia, no haya sido superado por el crecimiento que debería haber ocurrido y que los hechos demuestran claramente, no ha sucedido. Me llena de inmensa pena darme cuenta que no despertamos ni siquiera un poco para darnos cuenta que el único camino es el AMOR y en ese camino no cabe el placer de quitar la vida. Nuevamente gracias Ale por mover nuestras neuronas, que bien lo necesitan, abrazo de oso y namaste amigo del camino.

    • Gracias Cristina. Es muy bueno para mí sentir tu compañía tan cálida. Abrazo…

  6. Interesantísimo todo! Como siempre gracias por poner en palabras estas «ideas» que nos atraviesan.

    Por otro lado, tuve un «flashback» a la primaria y a mi maestra contado jocosamente cómo se tiró desde los balcones aceite hirviendo durante las Invasiones como si sólo fueran bombitas de agua durante el carnaval. Recuerdo pensar en el horror que eso suponía, pero sólo ver a mi alrededor gestos de gracia ante la ocurrencia…

    • Gracias Gabi. Tenemos naturalizados actos terribles. Abrazo…

  7. Muy interesante y para leer y releer. Plutón, la sombra, poder, muerte, mucha densidad … y moviliza también densidad. Cómo deseo saber cómo estaremos en 2018/19!!! ¿La sombra es el otro?
    Saludos y gracias por estos artículos tan profundos.

    • Gracias Carmen. Jung básico: «Dime a quién detestas y te diré cuál es tu sombra…».
      Abrazo…

  8. ale ale que bueno todo y ese comentario jung basico….. Dime a quien detestas y te dire cual es tu sombra….» ahora tirarle margarita a los chanchos tambien es jodido decirlo …. por los chanchos o por las margaritas???? besos jua jua jua.

    • ¿Se da cuenta, Marta? De gorila a chancho. Brutal descenso en la escala zoológica. No mejoro más… Abrazo…

  9. Estoy de acuerdo con tu análisis, Alejandro, no porque sepa analizar cartas natales sino que me remito a la experiencia de los años vividos en este plano y en Argentina. Mi país sigue sumando muertes que son producto de actos violentos y a pesar de eso no aparecen los autores de tales hazañas oscuras ni siquiera sabemos los motivos y si los sabemos más tarde aparecen otras razones que nada tienen que ver con los motivos anteriores…y así vamos, en espiral infinito y misterioso hacia la ambigüedad del «…y bueno, es lo que hay». No comparto la defensa de ningún gobierno, ideología o políticos….ni de nosotros mismos. Creo que debemos mirar «la sombra» de una vez y por todas…..

    • Gracias Elena. La sombra se resiste a ser vista. Es necesario llegar a la experiencia límite. ¿Habremos llegado? Abrazo…

  10. …y ver la sombra no significa ataque sino «redención»……

  11. … es vital que concienticemos nuestra sombra colectiva.. en un todo de acuerdo con tu nota!!! quien quiera oir que oiga…. Abrazo Alejandro.

  12. Que ensalada de conceptos históricos carentes de sustento e información. Una interpretación negativa llena de miedo y prejuiciosa

  13. es tan profunda tu mirada, que dudo sea aceptada por más de un puñado de personas no hechizadas por esas sombras colectivas de la muerte, que la astrologia + jung + sensatez nos ayudan a ver claro, ¡graciassss! sos único! yo lo sentía, yo lo sabía (soy astrólogo psicólogo) pero no lo podía poner en palabras…

    • Gracias Manuel. Seguro que muchos lo sentimos. Cada uno le pone las palabras que encuentra. Abrazo…


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