Posteado por: alejandrolodi | 27 diciembre, 2016

Pertinencias astrológicas sobre Argentina (III): El musguito en la piedra

Alejandro Lodi

(Diciembre 2016)

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(Viene de “Pertinencias astrológicas (II): El espanto del discernimiento”)..

“…Era la mano de Edward Hyde. Me quedé mirándola al menos medio minuto, estupefacto por la sorpresa, antes de que el terror me explotase en el pecho con el estruendo de un golpe de platillos en una orquesta. Me levanté de la cama, corrí al espejo, la evidencia me heló: sí, me había dormido Jekyll y me había despertado Hyde…”.

Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y del Sr. Hyde.

El tránsito de Plutón a la Luna natal de Argentina invita a la sorpresa de despertar de una amnesia, a dar cuenta de “lo que estaba allí”  pero no era visto, el espanto de -de pronto- recordar, de descubrirse en una pesadilla.

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¿Quién recuerda a Ariel Velazquez?

Se trata de un joven pobre de Jujuy asesinado a balazos en agosto de 2015. Una hipótesis, un simple intento de robo de su teléfono celular. Otra, un asesinato político. La realidad podría combinar ambas. Según la información, Ariel era afiliado a una agrupación política con poder oficial para acceder al beneficio de terminar el colegio secundario, pero su simpatía o militancia efectiva era por otro partido. Como siempre, con el tiempo el caso se intoxica de operaciones políticas de prensa que oscurecen la verdad del hecho. A más de un año de su tragedia, no hay un esclarecimiento que disipe dudas, tampoco reclamos contundentes de grupos políticos u organizaciones humanitarias. Su vida parece no merecer aprecio. Ariel se torna invisible.

El éxito de la impunidad, de “la explicación oficial”, la acusación rápida o la obtención de culpables convenientes, no genera certidumbre sobre la verdad. Como están dadas las cosas, para sentir que el caso de Ariel Velazquez (como el de Juan Viroche, Norma Bustos, Alberto Nisman…) está definitivamente aclarado debemos participar, con fervor devocional, del convencimiento absoluto del relato de un bando y -sobre todo- no permitirnos dudas. La preocupación de los interesados se orienta a incriminar o absolver a personas con poder, no a determinar qué ocurrió, quiénes participaron y por qué lo (los) mataron. La muerte de Ariel no importa, sólo asegurarnos que no perjudique los intereses de cierta facción o la imagen de un dirigente.

La irresolución de casos criminales vinculados al poder, la deliberada intoxicación de las pruebas, la instalación del olvido o de chivos expiatorios, no se debe a la puntual y ocasional impericia de funcionarios. Quienes deben decidir investigaciones, quienes deben llevarlas a cabo y quienes deben establecer responsables y sancionar condenas, no lo hacen porque es probable que se vieran incriminados en el delito. Los funcionarios políticos, policiales y judiciales deberían investigarse y condenarse a sí mismos por complicidad o -más horroroso aun- por participación directa en esos crímenes. Eso -es evidente- no habrá de ocurrir; por lo tanto, no existe ninguna posibilidad de que, en el actual estado de cosas, haya justicia. Son crímenes del Estado. Son crímenes del poder. Y todo ocurre en tiempos de democracia, no ya de dictadura. No tenemos a quien echarle la culpa “allí afuera”. Mr Hyde era el Dr. Jekyll.

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El beneficio de la negación

“…Hyde y sólo Hyde, después de todo, era culpable. Y Jekyll, cuando volvía en sí, no era peor que antes: se encontraba con todas sus buenas cualidades inalteradas; incluso procuraba, si era posible, remediar el mal causado por Hyde. Y así su conciencia podía dormir…”.

Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y del Sr. Hyde.

Quizás, si somos perceptivamente honestos, la muerte de Ariel revele la evidencia de una verdad incómoda. En la era democrática iniciada en 1983 el progresismo también fue poder. Y, en su ejercicio, no ha dejado de hacer lo que tradicionalmente se ha hecho: abusar de él o, al menos, ser indiferente -por conveniencia, por complicidad, por desidia- a sus abusos. Tampoco las posiciones progresistas nos sirven de refugio moral. También ellas nos exigen negar hechos de la realidad para sentirnos protegidos y mejores, ajenos a oscuridades.

Se trata de un discernimiento vomitivo: justificamos o negamos crímenes por la necesidad de sostener posiciones fijas. Sostenemos posiciones fijas (ideológicas, filosóficas, políticas, religiosas) porque hicimos en ellas identidad, lo que quiere decir que “si no soy esa posición, entonces no soy”. Esa cristalización de la identidad en una imagen luminosa de sí mismo (o de nuestra facción) bloquea la apertura del corazón: sólo somos sensibles a aquello que confirma nuestra posición fija, la posición que nos da el beneficio de una identidad.

Para que triunfe una posición fija la realidad debe estar sujeta a control. Para confirmar la autoimagen personal (la de nuestro ideal de nación, la de nuestra facción política o la de nuestro líder), no tiene que conocerse determinada información. Es el juego «luz y sombra», ya sea en lo personal o en lo colectivo. Para perpetuar esa luz (lo que creemos que somos) debe mantenerse oculto todo dato, toda experiencia, todo recuerdo, que la cuestione. El ocultamiento, la negación y la amnesia brinda un beneficio al ego.

Por lo tanto, en el camino inverso, abrir el corazón implica ser sensibles a una información que no confirma lo que necesitamos creer que somos. Si reconocemos esa nueva información no podemos sostener nuestra posición fija. Si aceptamos esa nueva realidad que se configura, entonces no somos aquella identidad. Abrir sensibilidad nos habrá transformado. Podemos decir que la apertura de sensibilidad genera el perjuicio de una pérdida de identidad, o bien que brinda el beneficio de la liberación de una identidad cristalizada. Cada quién lo vive de un modo o de otro, según pueda, sepa o quiera.

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La conciencia humanitaria

¿Las percepciones humanitarias y los sentimientos compasivos no deberían ser universales y, por lo tanto, prescindentes de posiciones políticas dogmáticas? ¿Qué significa ser un dirigente humanitario que actúa en política? ¿Es congruente con fijar una posición ideológica? Todos tenemos ideas, pero no todos adhieren a dogmas ideológicos. Ideología no es lo mismo que ideas. La idea es vehículo, la ideología es condicionamiento. ¿Qué ocurre cuando lo que percibimos comienza a contradecir a nuestras creencias? Para ser libres es necesario estar dispuestos a soltar nuestras ideas cuando descubramos que ya no nos conducen, sino que nos frenan. El dogma de fe ideológica violenta y reprime a nuestra percepción. El mantra “todos tenemos una ideología” es repetido por quienes necesitan justificar su fundamentalismo: “todos están atrapados en prejuicios como lo estoy yo”. Es un juego de palabras para cristalizar toda percepción en posiciones fijas. El punto no es “no tener prejuicios”, sino qué acción tomamos al descubrirnos en ellos: ¿soltarlos o justificarlos? Y es importante percibir cuál es la respuesta valiente y honesta, y cual la cobarde y maliciosa, porque muchas veces la liberación de prejuicios es juzgada como “traición a mandatos morales” y el extremismo de consignas como “fidelidad a lo verdadero”, o la renovación de nuestros criterios de realidad como “superficialidad” y persistir en posiciones fijas como “coherencia”.

Los DDHH no pueden reducirse a eslóganes funcionales a posiciones políticas. El presente contexto astrológico representa una oportunidad de honrar su universalidad, de asumir que representan valores sagrados a los que toda posición política, sin excepción, debe responder. La sensibilidad al dolor, a lo injusto, a la crueldad violenta, no es una propiedad exclusiva de ninguna ideología política ni de ningún credo religioso. Y esa sensibilidad compasiva -potencial en cada corazón humano- es la mágica llave capaz de disolver los conflictos más arcanos y más cristalizados. En sociedades enredadas en sus rencores, el auténtico heroísmo gira en torno a verse a uno mismo como parte del problema. Casi no hay actor político en nuestra historia que no esté contaminado -a veces de buen gusto, otras con ingenuidad, otras por omisión- de violencia y muerte. Si cada actor político reconociera que ejerció violencia sintiéndose justificado por aquella de la que era víctima. Si aceptara que, indiferente incluso a los reclamos de su propia conciencia, sintió que matar era justo o que dar muerte era un costo necesario. Si cada responsable asumiera el dolor provocado y pidiera perdón. Una purga colectiva de conciencia, una auténtica liberación de karma (si se me permite la palabra). El íntimo reconocimiento como abrazo a lo temido. Liberar al otro de un sufrimiento al que someto por mi miedo. Liberarme del miedo. Liberarnos del sufrimiento y del miedo.

No se trata de que sea difícil, sino de percibir que la única alternativa a este sinceramiento de conciencia es seguir reproduciendo la autodestructiva patología de vivir las relaciones “como lucha de polos en conflicto excluyente” y dejarla como atávico legado a nuevas generaciones.

Confianza en desprendernos de nuestros refugios ideológicos y de nuestras encantadoras identidades políticas constituidas “por oposición al otro”. Reconocimiento de la regresiva inmadurez de nuestros prejuicios. Valentía para abrir compasión. Sin que nos dé pudor, descubrir que el corazón de nuestros conflictos vinculares, sociales, políticos, históricos, es la carencia de amor, el miedo a entregarnos al otro.

En su infinita persistencia, en las circunstancias más desfavorables, el amor encuentra maneras -sencillas y silenciosas- de aparecer, brotando como el musguito en la piedra.


Respuestas

  1. Soplo de aire fresco y mucha verdad, Alejandro. Y no sólo para Argentina. El miedo a los cambios tan drásticos que estamos viviendo y de los que no conocemos aún su alcance y no somos del todo conscientes. El final de una Era que nos hace aferrarnos a ideologías, ideas cadaver que Vamos arrastrando como cadenas de fantasma, que no son operativas y nos llenan de pesar… No tener suficiente paciencia y si mucho miedo y urgencia para dejar que aparezcan las nuevas ideas frescas y operativas… * Tengo ascendente Libra y Luna en Capricornio: me suena esa música de cristalizaciones y crueldades de la que hablas. Pero se adivina algo, brotes que están al germinar : )

    • Don Ariel. Un placer compartir su comentario (además de Luna). Fuerte abrazo…

      • Doña, doña…
        ¿También Luna en Capricornio?!. Vaya… ya notaba yo cierra aura capricorniana : )
        Un placer, conocer sus… nutricias reflexiones. Muchos abrazos

      • Disculpe mi ignorancia, Doña. Por el Río de la Plata Ariel es inequívocamente masculino. Fuerte abrazo y felicidades…

      • : )
        Feliz 2017, Alejandro.

      • Abrazo…

  2. Valiosas reflexiones para un momento de transición tan profunda. Y para confiar en los procesos interiores del espíritu sin desanimarse indebidamente por las apariencias externas. El paso de Plutón por Capricornio (mi signo Ascendente) nos está enseñando a re-estructurar más sobre la conciencia… Y esa especie de «incertidumbre» que parece compenetrar todo, ese aroma de lo nuevo que se aproxima, quizás sea el mejor escenario para lo que tenemos que transitar. Gracias por todas las reflexiones de este espacio, que siempre inspiran.

    • Gracias Ana María. Qué bueno compartir este camino con sensibilidades como la suya. Abrazo…

  3. Al fin alguien q dice las cosas como son.Me siento absolutamente identificada con su manera de pensar y de expresar su sentir.
    Oxigeno.
    Lo vengo siguiendo en sus conferencias en you tube.Imperdibles!
    Soy estudiante de Astrologia.Es tan claro y preciso en sus disertaciones!
    Lo admiro profundamente!
    Desearia conocerlo personalmente. Si hay algun seminario,clase o disertacion que este x realizar,le agradecere que me lo informe para inscribirme y asistir.

    • Muchas gracias Claudia. Es muy grato encontrarse en el camino. La sumo a mi lista de correos para recibir información de actividades. Abrazo…

  4. como siempre Don alejandro Ud. dice lo que yo pienso y siento muchas veces……gracias por poner palabras….

    • Gracias Marta. Debe ser empatía leonina. Abrazo…

  5. Estimado alejandro:
    Invitado en este compartir de ideas, elijo sumar, insinuar y acaso sugerir complementar lo que aporte Neptuno concomitante con este transito de plutón.
    En tus dichos hablas de la sensibilidad implícita y necesaria que ha de acompañar la oleada de resurrección de lo que la cara oculta de la luna (como nación argentina) parece no verse y que en el movimiento telúrico volcánico plutón en transito favorecerá erupcionar. Esa sensibilidad, esa compasión, esa mirada amorosa necesaria, en definitiva esa inspiracion (in spiritu) podemos verla en lo que nos simboliza Neptuno. Por caso en su signo y en argentina x su casa seis.
    Me permito aportar también en esa lista que has dado, la muerte lenta de montón de personas, x la contaminación de agrotoxicos fumigados, o en aguas o en alimentos. Alimento luna no? y de lo que desterramos al hemisferio oculto del «de eso no se habla»
    Un placer leerte
    gracias alejandro

    • Gracias Xuan por su impecable aporte. Seguiremos compartiendo. Abrazo…

  6. «hUmaNIDAD multi∞vincular, resumida y separada desde el límite de lo individual; cada uno en su experiencia vivencial; cada uno en su propio «patín» transitando sobre la materia y su dualidad, suponiendo que el acto en el «otro» no hace eco en uno mismo. Creerse separado es sinónimo de «libre albedrío»… y en algún momento esa «idea» es el potencial de la semilla para recordar eso mismo que se ha olvidado SER.» ∞ L L


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